Mosquitos a la parrilla :-)

Una no se da cuenta de verdad de que ha llegado el otoño hasta que éste te tumba de un derechazo durante una semana con uno de sus catarros de manual, esos que le salen tan bien, sin cartabón ni compás ni nada. Léase: estado de postración incapacitante acompañado por dulcísimas sensaciones físicas tales como mocos en factoría, taladro orbicular (la parte esta que ta alrededor de los ojos, oiga), garganta como el corazón de Raphael (en carne viva, como en la canción aquélla… ), estómago como el bombo de una lavadora programada para centrifugar y a la que alguien echó por error un gato vivo mezclado con la ropa de color. Articulaciones en rompan filas y váyanse a su casa, ojos hinchados, rojos y mojaos como dos mejillones de Rianxeira… Y fiebre…... Bueno, yo no sé si esto es exactamente “fiebre”. Sólo sé que anoche me fui a la cama con una ligera carraspera gañoteril y a las cinco de la mañana me despierto con un mosquito tomando rayos UVA sobre mi frente. Pero se pasó de rosca con el temporizador y acabó a la parrilla sin guarnición de patatas bravas. Lo incluí en el menú del día.

39 grados… Más que tiritar, parecía que mi esqueleto había decidido emanciparse y marcharse de mi cuerpo para vivir su vida. Tuve serios problemas para convencerle de que, tal como están las cosas, hay que pensárselo dos veces antes de arriesgarse ahí fuera sin tarjeta visa.

El estropicio se lo debo a mi sobrina Gloria. Una niña encantadora y generosa que comparte conmigo desde que nació cada catarro, gripe, varicela y demás desastres naturales que la acosan. El domingo me llegó con un resfrío monumental y tuvo la deferencia de “ducharme” en varias ocasiones con la caldera de sus estornudos. Más rica ella…

En fin, que si no me veis por aquí en unos días es porque estoy en cama, hirviendo en mi propio jugo y con una escolta de mosquitos gorrones.

Si sobrevivo volveré :-)

Saluditos a todos.