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El poema es de 2002 (era joven, sed indulgentes :-) ). El trabajo de origami de la foto lo hice anoche. Besos
“Mañana será Dios, y su porfía,
sacudirá, violenta, al mal dormido...”
Juan José Domenchina
Hay una perversión que aqueja a las lámparas,
una iniquidad se esconde detrás de los cuadros
cuando ya no están,
y dejan esa huella cuadrada que es una cuadrada soledad
muriendo en las paredes.
Hay una perversión en las fotografías que albergan
los álbumes viejos,
es perversa la lágrima que unge un centímetro
de almohada,
perverso el reloj que se para cuando no lo mira nadie.
Hay un pecado enmohecido hasta en el espejo
que no sabe devolvernos más de lo que hay.
Hay maldades de polvo en las pestañas de las muñecas
de porcelana,
hay impudicias dormidas en las inocentes fotos de boda,
en las bombillas halógenas que me obligan a parpadear,
en los libros que me vuelven, orgullosos, sus lomos,
sabiendo que jamás los leeré.
Hay una maldad dormida en los ojos insultantes del gorrión
en el tejado,
en los pies de los otros que me enseñan, insolentes, sus virtudes,
en la joven que me cuenta que su vida es cosechas y almíbares.
Hay maldad inocente en el gato que arquea
su espalda y me ofrece sus vértebras a cambio de rencores.
Hay maldad hasta en esa espina en la cintura que le duele
a cualquiera.
¿Y el mal de las hormigas que se burlan a seis patas?
¿y la aberración de las moscas que se aparean sin pudor
sobre mis cosas?
¿La porfía de Dios me salvará de todo eso?
Sólo yo puedo sacudirme el mal despierto que llevo dentro
ese que me hace insufribles las lámparas, los cuadros y sus huellas,
las fotografías, las lágrimas, los espejos, las muñecas perfectamente
empolvadas, las bombillas, los libros ilegibles, los pies y sus virtudes,
las fotos de boda, la joven feliz, el arco del gato, las hormigas y
y sus posibilidades, las moscas impúdicas, la cintura de los demás
con su punzada sensible.
Sólo yo puedo irrumpirme de polvo o nuevo día los enojos
para reconstruirme sobre un punto de conformidad
dos ojos buenos
para que la belleza no me sea maldad
o injusticia.
Como digo en un comentario, añado una explicación breve sobre este poema. Está inspirado en unos versos inmortales de Calderón. Segismundo, el protagonista de "La vida es sueño", está injustamente prisionero. En su angustia se pregunta, en uno de los pasajes más memorables de nuestra literatura, qué cruel azar o destino hizo que animales inferiores tengan un derecho primordial que a él se le niega: la libertad. En mi texto transpolo la situación de Segismundo a mi propia historia, manteniendo el tono trágico (aunque, la verdad, yo no estoy a pan y agua ;-)). De ahí el aparente desprecio (sólo aparente) hacia los insectos y otros animales.
Os recuerdo los versos de Calderón que ya conoceréis:
Nace el ave, y con las galas
que le dan belleza suma
apenas es flor de pluma,
o ramillete con alas,
cuando las etéreas salas,
corta con velocidad,
negándose a la piedad
del nido que deja calma:
¿y teniendo yo más alma
tengo menos libertad?
(...)
Nace el pez, que no respira,
aborto de ovas y lamas,
y apenas bajel de escamas
sobre las ondas se mira,
cuando a todas partes gira,
midiendo la inmensidad
de tanta capacidad
como le da el centro frío:
¿y yo con más albedrío
tengo menos libertad?
(...)
Podéis leer el texto completo aquí. Para los jóvenes que aún no lo conozcáis os aseguro que vale la pena.